Si tuviera que decirte cuánto y cómo te amo
me desintegraría en un río eterno de lágrimas,
en uno de esos infestados
de salmones de palabras
entrecortadamente mal entonadas.
Y me correría por tierras desconocidas
y mundos de fantasía
hasta llegar a ese mar que se seca
a pesar de la teoría.
Y llegaría a ese mar
que cada vez más
creo que se ha confundido con una presa,
ahora en tiempos de sequía.
Por eso justo hora no lo digo,
no vaya a ser que cada gota de mi ser
no encuentre la sal que necesita.
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