lunes, 28 de julio de 2014


Nos alejamos cien. Doscientos metros. Aún nos veíamos. Pero no podíamos susurrar. Cogimos dos vasos de plástico. Un hilo. Un hilo que midiera exacto la distancia que nos separaba. Entonces tú hablabas y yo escuchaba. Y después. Yo hablaba y tú escuchabas. Así nos alejamos más. Mil. Cientos de miles. Hasta que te perdí. Me perdí. En la niebla. Ahora no nos vemos más. Y sin embargo. Aún está presente ese hilo. Por el que circula tu voz. Por el que circula la mía.

Ana Jimena Sánchez.

lunes, 21 de julio de 2014

Morirse no es nada. Es todo.


Lo mejor es morirse
morirse de respiros
o de pecados si se tercia ...

Levantar por la mañana a los minutos,
bajar al zótano
y liberar esa bestia
que por dentro te come ...
dejarla probar
también de los maderos
y la hierba.

Morir hablando
y extenderse de muerte
hasta los besos,
mojarse las extremidades 
en ese río frío
sobre el cual descansa la escarcha ...

Cuantificar el aire,
la papila gustativa
preguntar
qué sabor le escuece al té
y padecer fiebre de tinta.

Morirse en un reflejo de vida,
de asombro
contra la imagen duplicada
de otro igual
en un espejo ...

Morir que es bienvenida
toda duda
y osasdía.

Hacer mutis
y puntillas,
romperlos en un grito
de alusión al padre trueno.
Hacer estallar miguitas de pan
en el pico de un mensaje.

Morir en cada movimiento
y moverse entre trincheras
con un resto de metal
que al soñar la luna
se ha pisado
con un tercer ojo
que va oculto
en la vergüenza.

Morir de uno mismo
y celebrar
la propia ausencia
en lo que nos roba
cada ola de veneno ...

Morirse 
porque hay muerte
y atrofia
en su sentido del olfato
el delicado sabor
de la sopa caliente.

V i v i r
que también lo que muere
será la vida.


Omar A. Estrada


lunes, 7 de julio de 2014

No hace falta

 ... Escuchando, llegué a saber que todos los moribundos saben que se están muriendo. 
No es cuestion de preguntarse "¿se lo decimos?" ni  "¿lo sabe?". 
La única pregunta es: "¿soy capaz de oírlo?" ...

Elisabeth Kübler-Ross



No hace falta
escuchar una palabra de aliento
para saber que ya no respiro.

No es necesario
que me mientas
sé que morir es mi destino.

Ahórrate la cara de lástima
ven
sostén mis pies
no tengo fuerzas para moverme más
y aún así
esta agobiante sensación
de ir cayendo.

No te preocupes por apagar
la luz
aquí todo es 
frío
noche.

Irrelevante es tu vana preocupación
la empatía de esos tiernos ojos
 llorosos
que no saben del dolor.

Sostén mi mano por un momento
no me dejes ir sin antes un beso.

No te vayas,
no te vayas,
no te vayas.


miércoles, 2 de julio de 2014

Decisiones fortuitas

Un piquete en la espalda
un poco menos de aire
y el recuerdo de continuar.

Un lamento de la memoria
de la conserva
y la falta.

Remembranzas de dorores añejos
 y otros más frescos
colores de fotografias visuales
percudidos de contento.

Insatisfechos los ingratos
por habérseles brindado todo
dejándolos carentes de carencias.

Majaderos de la vida
reclamando por derecho
la verdad que por buenos pecadores
creen serles bien merecida.

No cabe duda que la felicidad
no se encuentra en la abundancia
no seré hipócrita
tampoco en la miseria.

No,
 la felicidad querido
es la ilusión más grande
que yo, amante de la realidad,
he   d e c i d i d o   vivir.

Michael