lunes, 9 de diciembre de 2013

Que la luz me ciegue


Que la luz me ciegue,

que tu cuerpo se expanda

y destroce en su oscuridad vulvática

de femeninas condiciones,

que la luz te penetre y se desmonte sin romper,

sin desgarrarte en arcadas.



Que tú te preguntes y yo me responda,

que me adelantes cinco años

y que te atrase unos cuantos,

ahí, donde sabías que había que observar,

plantarse y suplir para seguir andando.



Que el choque de dos trizados corazones

explote en la incandescencia de nuestros deseos

ahora migrantes

con un nuevo paradero.



Que sabemos.

Que eres lo que ignorabas hasta que fuiste conmigo,

que soy mis angustias de inefable oscurantismo

cuando contigo… y me place.



Que me conviertes,

y te torno

en la corrida del ave que nada en el desierto

para acudir a sí mismo.



Que somos luz.

Que me ilumino en el reconocimiento del espejo oscuro que me reflejo en ti,

que me atenuo para accederte a advertir tu propia luz.

Que te (me) abro,

y te astringes espasmódicamente.



QUE MIENTES

que te engaño cuando finjo no saberlo,

sé cuanto te gusta creerte distinto de ti mismo.

Y lo eres.



Que te escucho cuando siento lo que leo de tu libertina boca.

Que temes.

Que te vienes.

Que te escurres entre la gente.



Que dices que no

únicamente para no decir SÍ.

Que cuando afirmas es

sólo porque te excita que te nieguen.

Que ignoras demasiado aunque me lo digas todo,

y lo que no enuncias…

quizá eso sea lo único que ensordezca

el silencio de tu conocimiento.






No hay comentarios.: