Que la luz me ciegue,
que tu cuerpo se expanda
y destroce en su oscuridad vulvática
de femeninas condiciones,
que la luz te penetre y se desmonte sin romper,
sin desgarrarte en arcadas.
Que tú te preguntes y yo me responda,
que me adelantes cinco años
y que te atrase unos cuantos,
ahí, donde sabías que había que observar,
plantarse y suplir para seguir andando.
Que el choque de dos trizados corazones
explote en la incandescencia de nuestros deseos
ahora migrantes
con un nuevo paradero.
Que sabemos.
Que eres lo que ignorabas hasta que fuiste conmigo,
que soy mis angustias de inefable oscurantismo
cuando contigo… y me place.
Que me conviertes,
y te torno
en la corrida del ave que nada en el desierto
para acudir a sí mismo.
Que somos luz.
Que me ilumino en el reconocimiento del espejo oscuro que me reflejo en
ti,
que me atenuo para accederte a advertir tu propia luz.
Que te (me) abro,
y te astringes espasmódicamente.
QUE MIENTES
que te engaño cuando finjo no saberlo,
sé cuanto te gusta creerte distinto de ti mismo.
Y lo eres.
Que te escucho cuando siento lo que leo de tu libertina boca.
Que temes.
Que te vienes.
Que te escurres entre la gente.
Que dices que no
únicamente para no decir SÍ.
Que cuando afirmas es
sólo porque te excita que te nieguen.
Que ignoras demasiado aunque me lo digas todo,
y lo que no enuncias…
quizá eso sea lo único que ensordezca
el silencio de tu conocimiento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario